Bienvenidos al blog del Capitán Malaspina y sus secuaces donde encontrarás reflexiones sobre ciencia, tecnologia, informática y otras cosas de pensar.

22 abril 2010

Sal

Hay cosas que uno asume como las ha conocido y ni se plantea que puedan ser de otra manera... hasta que el mundo te las muestra de forma imprevista.

Hasta ayer, para mi la sal de mesa era un condimento que usaba en la cocina generosamente, que estaba disponible en cristales de varios tamaños y que era blanca. ¿Blanca? Ayer haciendo la compra en el supermercado me encontré junto a la sal habitual de cocina con sal negra de lava, sal rosa de Pakistán y sal roja de Hawaii. La sorpresa para mi fue mayúscula, no porque esos productos no pudiesen existir, si no por lo inesperado de encontrarlos y el hecho de romperme un esquema preconcebido.

Lo que llamamos sal común es básicamente Cloruro sodico o NaCl. Lo usamos como condimento o conservante alimentario y su apariencia natural en estado cristalizado es transparente, aunque parece blanquecina cuando los cristales son pequeños. La sal se obtiene principalmente mediante dos procesos sencillos desde la antigüedad: evaporación de agua marina salada y extracción de sal de roca en minas. En cualquier caso, la sal producida no es cloruro sódico al 100% y suele contener un cierto porcentaje de impurezas que pueden cambiar su sabor o color. En algunos casos, estas impurezas son artificialmente añadidas por el ser humano con ciertos fines, por ejemplo estéticos.

En concreto las que encontré ayer fueron:

Sal negra
Se le añade artificialmente carbón activo para proporcionarle el color negro.



Sal rosa del Himalaya
Es una sal mineral extraida de las montañas de Pakistan, por regla general de la mina de sal de Khewra. Es de color rosado.



Sal roja de Hawaii (Alaea)
Es una sal marina no refinada. Tradicionalmente se ha usado en rituales religiosos y como condimento.


14 abril 2010

COSMOCLIMATOLOGÍA

Cosmoclimatología es el ambicioso nombre dado por su autores, los daneses Henrik Svensmarks y Eigil Friis-Christensen (1,2), a lo que se pretende sea un nuevo paradigma climático. Esta teoría sostiene la existencia de una regulación climática a través de cambios en la intensidad del flujo de rayos cósmicos que alcanzan la atmósfera terrestre. Los rayos cósmicos ionizarían la baja atmósfera favoreciendo la formación de aerosoles los cuales actuarían como las semillas de condensacion necesarias para la formación de nubes. Las nubes ejercen un importante efecto albedo desviando buena parte de la radiación solar que de otra manera alcanzaría la superficie terrestre calentándola. El efecto de variaciones en la cobertura nubosa global sobre el balance radiativo terrestre sería, cuanto menos, de igual magnitud al efecto invernadero por las emisiones antropogénicas de CO2.

Para los que no lo recuerden los rayos cósmicos son haces de partículas subatómicas de gran energía, principalmente protones y partículas alfa, que viajan a velocidades próximas a las de la luz. Para que nos hagamos una idea, una particula de éstas puede transportar una energía superior a los 10E20 eV, es decir, una energía cien millones de veces superior a la que se puede impartir a una partícula subatómica en los más potentes aceleradores construidos hasta hoy. No se sabe con certeza su origen, el Sol durante las erupciones solares parece emitir un tipo de rayos cósmicos de baja energía, pero esto es ocasional y el flujo que recibimos es casi constante. Se cree que las explosiones de supernovas pueden ser responsables al menos de la aceleración inicial de estos rayos, también los núcleos activos de galaxias cuyo agujeros negros supermasivos serían responsables de la emisión de esta radiación.

La capacidad de estos rayos de ionizar la atmósfera es bien conocida, de hecho fue esta circunstancia la que permitió en 1911 a Victor Franz Hess su descubrimiento. Cuando un rayo cósmico de alta energía llega a la atmósfera terrestre interactúa con los átomos que la forman liberando electrones. Los electrones actuarían como catalizadores promoviendo la formación de pequeños clústeres de moléculas de ácido sulfúrico, en torno a los cuales se condensaría el vapor de agua favoreciendo así la formación de nubes (2).



La teoría parece dar explicación al gran número de datos que indicaban la existencia de una fuerte relación entre el Sol y el clima. Anteriores intentos habían fracasado a la hora de explicar cómo variaciones de sólo el 0,1% de la intensidad luminíca a lo largo de un ciclo solar, podían explicar grandes cambios climáticos en la Tierra. Sin embargo el efecto albedo producido por la cubierta nubosa de la Tierra sí es lo suficientemente importante para que variaciones de sólo el 2% de la cobertura global de nubes suponga una variación en el balance radiativo de -1,2Wm-2. A efectos comparativos, el cambio inducido por el CO2 sería de 1,4Wm-2 (1), es decir se trata de dos efectos de magnitud muy similar.

El flujo de rayos cósmicos es consecuencia no sólo de la variación en la actividad del astro rey sino de una compleja interacción entre el medio interestelar, la actividad solar y los campos magnéticos. Las partículas solares irradiadas con el viento solar expanden su campo magnético el cual actúa como muro de contención frente al flujo de rayos cósmicos procedentes del espacio exterior. Un Sol especialmente potente expande la Heliosfera potencia su efecto como muro frente a los rayos cósmicos, por contra nuestro sistema Solar en el deambular por la galaxía atraviesa regiones más activas, con mayor probabilidad de alcance de remanentes de supernovas (ver Mi mapa del Universo). Cambios en el campo magnético terrestre (inversiones de polaridad, debilitamiento, etc.) también pueden suponer una variación en el escudo local .

Gracias al efecto favorable que tienen los rayos cósmicos sobre la formación de isótopos radiactivos de Berilio-10 existe un excelente registro geológico de dicho flujo en la superficie terrestre. Correlacionando este registro histórico con los datos del registro climático el autor propone la existencia de diversos ciclos climáticos (2):

  • Durante los últimos 550 m.a. la Tierra ha fluctuado más o menos cada 120 m.a. entre un clima glacial (con existencia de capas de hielo en los polos) y otro libre de hielo tal. Estas variaciones han tenido una estrecha coincidencia con el flujo de rayos cósmicos tal y como revela el Be10. Nir Shaviv de la Universidad Hebrea de Jerusalem, junto con Ján Veizer de la Universidad de Ottawa, vinculan esa variación al viaje del Sistema Solar a través de la Galaxia. Ellos proponen que las edades de hielo se corresponderían a encuentro con los brazos espirales, donde abundan las regiones de intensas formación estelar y supernovas, que ocasionarían intensos flujos de radiación cósmica.

En este gráfico la temperatura de la superficie del mar durante los últimos 500 m.a. aparece en trazo azul. El trazo rojo representa la radiación cósmica recibida tal y como se deduce del análisis isotópico y las bandas azules los encuentros con los diferentes brazos de nuestros galaxia.

  • Por debajo de estos ciclos cada 100 m.a. parece existir otros ciclos menores aproximadamente 34 m.a. y que corresponderían con las oscilaciones del Sistema Solar en torno al plano ecuatorial de la galaxia. Las fases fría coinciden con el paso a través del plano galáctico donde la concentración de estrellas es mayor. Estas mismas oscilaciones se han propuesto como causa de las extinciones masivas que con similar regularidad parece sufrir la Tierra.
  • También se ha propuesto que la influencia de regiones de formación estelar especialmente intensas, pudieron ser la causa de los episodios de Tierra Bola de Nieve que hace unos 700 y 2300 m.a. extendieron los glaciares hasta latitudes ecuatoriales. Nir Shaviv ya señaló la coincidencia de estos episodios de Tierra Bola de Nieve de Neoproterozoico con la mayor tasa de formación estelar de la Vía Láctea desde que la Tierra fue formada (14,15,16).

Esta capacidad de retrodicción es uno de los argumentos más poderosos de la teoría y se empieza a aceptar su influencia en el clima pasado. La interpretación de su influencia en el clima reciente es, por contra, mucho más conflictiva.


Según Svenmarks(1) los registros de la cobertura nubosa obtenida por satélite se ajustan perfectamente con la radiación cósmica registrada (esta vez no inferida del registro fósil). Durante los últimos 100 años este registro muestra una importante reducción en el flujo de radiación cósmica. Además la teoría es capaz de explicar las anomalías en el enfriamiento diferencial entre el hemisferio norte y la Antártida, puesto que en esta última las nubes tendrían un inusual efecto de calentamiento. Svensmarks se basó en estos datos para proclamar que buena parte del calentamiento desde 1900 se debió a una reducción en los rayos cósmicos y consiguientemente en la cobertura nubosa asociada.

La figura muestra la variación de temperatura en el Hermisferio norte y en la Antártida, cuando uno se calienta el otro se enfria. La cosmoclimatología propone un mecanismo para tal correlación

La respuesta dentro del actual paradigma de calentamiento antropogénico por emisiones de gases invernadero, no se hizo esperar y Svensmarks fue duramente criticado, tachado de portavoz de las multinacionales y cosas de esas . Especialmente después de que publicara su libro The Chilling Stars: A New Theory of Climate Change (2007) en el que literalmente manifestaba que la radiación cósmica "tenía más efecto en el clima que las emisiones antropogénicas de CO2".

Estas correlaciones han sido puestas en entredicho en diversos artículos científicos (7,8,9,10,11). Lockwood y Claus Froehlich (7) concluían que el incremento de la temperatura media global se correlaciona tan poco con la variabilidad solar que no puede ser adscrito a ningún mecanismo causal entre ambos, aunque sí acepta una importante evidencia la influencia solar en el clima de la era "preindustrial" y en algún grado para la primera mitad del siglo XX. El propio Svensmarks respondió en 2007 indicando que el mencionado artículo erró al correlacionar radiación cósmica con temperaturas superficiales, pues la relación se debía verificarse en la troposfera, asímismo indicó la necesidad de reelaborar esos análisis sin promediar la temperatura entre décadas pues de esta manera se eliminaba la influencia real. Desgraciadamente esta respuesta no ha sido publicado por ninguna publicación científica (17). Más recientemente otro articulo (9) titulado "Testing the proposed causal link between cosmic rays and cloud cover", en el que el autor no encuentra relación estadísticamente significativa entre cobertura nubosa y radiación cósmica durante los últimos 20 años. Por contra H. Brown (12) sí encontró una relación significativa.

Como ven la polémica está servida, réplicas y contraréplicas se suceden, y a buen seguro seguirá así hasta que se obtengan más datos. Quizás parte del problema sea el presentar ambas teorías como contrarias, cuando podrían ser perfectamente complementarias. Una de las grandes lagunas de los modelos actaules usados para las predicciones climáticas, es precisamente la forma de modelar adecuadamente el efecto de las nubes. Perfectamente ambas teorías podrían coexistir, resta saber exactamente cual es el grado de influencia exacta de cada uno de estos efectos en el balance radiativo terrestre.

Obviamente, una de las debilidades de la teoria es la necesidad de comprobación experimental de la capacidad de los rayos cósmicos de acelerar la formación de aerosoles que actúen como nucleadores de las nubes. Hasta ahora la única comprobación procede del experimento SKY (13) llevado a cabo por el propio Svensmarks. En éste, en los sótanos del Danish National Space Center. En una atmósfera controlada y utilizando los muones naturales que atravesaban las paredes del edificio, así como lámparas UV para emular la radiación solar a gran altura, pudo verificar la formación de núcleos de condensación. Dado el carácter básico de muchos de los componentes de este experimento (ej. no se trata de la composición gaseosa de la troposfera, el flujo de muones no pudo ser regulado, etc.) este experimento precisa de una reconstrucción más fideligna. Y eso es lo que desde hace más de diez años lleva intentando realizar su autor, aunque parece que finalmente el CERN la agencia europea de la energía atómica, una de las instituciones científicas más prestigiosas a nivel mundial, ha otorgado las suficiente credibilidad a esta teoría y la ha dotado de los fondos necesarios para acometer un nuevo experimento denominado CLOUD, donde usando un ciclotrón irradiarán una atmósfera mucho más controlada. Se espera que para este 2010 se obtengan los primeros resultados. Habrá que estar atento a ver qué pasa, (digo yo...)




ADENDA Agosto de 2011

Transcurrido un tiempo suficiente para que se hayan obtenido resultados del experimento CLOUD he buscado publicaciones pero me he encontrado con la sorpresa de que el director General del CERN Rolf-Dieter Heuer en un acto sin parangón ha prohibido a los autores interpretar los resultados instándoles a publicarlos meramente sin conclusiones. Algo que va en contra del mismo método científico, un artículo sin discusión es como una novela sin final, ni siquiera será aceptado para publicar. En fin algo polémico debe haberse desprendido......


Bibliografía
  1. Svensmark, Henrik y Friis-Christensen, 1997. " Variations of cosmic ray flux and global cloud cover- a missing link in solar-climate relationships. 59(119: 1225.1232.
  2. Svensmark, Henrik (2007). "Cosmoclimatology: a new theory emerges". Astronomy & Geophysics (Blackwell Publishing) 48 (1). ISSN 1366-8781.
  3. Herschel, W (1801) Phil. Trans. Roy. Soc. 91: 265-318
  4. Friis-Christensen y Lassen 1991)
  5. Freddy Christiansen, Joanna D. Haigh, & Henrik Lundstedt (04 September 2007). "Influence of Solar Cycles on Earth's Climate". Danish National Space Center.
  6. Svensmark, Henrik, "The Chilling Stars: A New Theory of Climate Change", Totem Books, 2007 (ISBN 1-840-46815-7)
  7. Mike Lockwood & Claus Fröhlich (2007). "Recent oppositely directed trends in solar climate forcings and the global mean surface air temperature". Proceedings of the Royal Society A 463: 2447.
  8. Peter Laut, "Solar activity and terrestrial climate: an analysis of some purported correlations", Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics 65 (2003) 801– 812
  9. Sloan, Terry; Wolfendale, A.W. (2008-04-03). "Testing the proposed causal link between cosmic rays and cloud cover". Environmental Research Letters 3 (April-June 2008).
  10. Black, Richard (2008-04-03). "'No Sun link' to climate change". BBC News.
  11. Harrison, Giles; Stephenson, David. "Empirical evidence for a nonlinear effect of galactic cosmic rays on clouds". Proceedings of the Royal Society A: Mathematical, Physical and Engineering Sciences 462 (2068).
  12. Brown, B.H. (2008). "Short-term changes in global cloud cover and in cosmic radiation". Journal of Atmopsheric and Solar-Terrestrial Physics 70 ((7)): 1122–1131.
  13. Henrik Svensmark, Jens Olaf P. Pedersen, Nigel D. Marsh, Martin B. Enghoff & Ulrik I. Uggerhøj (2007). "Experimental evidence for the role of ions in particle nucleation under atmospheric conditions". Proceedings of the Royal Society A: Mathematical, Physical and Engineering Sciences 463 (2078): 385–396.
  14. N.J. Shaviv, 'Cosmic Ray Diffusion from the Galactic Spiral Arms, Iron Meteorites and a possible Climatic Connection', Physical Review Letters, Vol. 89, p. 051102, 2002.
  15. N.J. Shaviv, 'The Spiral Structure of the Milky Way, Cosmic-Rays and Ice-Age Epochs on Earth', New Astronomy, Vol. 8, pp. 39-77, 2002.
  16. N.J. Shaviv and J. Veizer, 'Celestial Driver of Phanerozoic climate?' GSA Today, 13/7, pp. 4-10, 2003.
  17. Henrik Svensmark and Eigil Friis-Christensen, ‘Reply to Lockwood and Fröhlich – The Persistent Role of the Sun in Climate Forcing’, Danish National Space Center Scientific Report, 3/2007, September 2007
NOTA: El contenido del presente artículo se halla bajo licencia pública CC-BY-SA-3.0 por tanto el autor cede a cualquiera que esté interesado el derecho a usar este contenido en un producto comercial, así como a modificarla de acuerdo a sus necesidades.

04 abril 2010

Blanco, Verde y Rojo






Estamos habituados ya a lo que es un pendrive usb y a utilizarlo universalmente para todo menos para echárselo al arroz. Es un dispositivo con gran capacidad de almacenamiento, que supera incluso a la de un Blue-Ray, y además más pequeño y más manejable que los CD/DVD.

Empecé a usarlos para llevar a revelar al laboratorio mis fotografías, pues el pequeño tamaño de las tarjetas xD de mi cámara me hacía presagiar que podría perderlas con facilidad. En cambio, el pendrive era más cómodo y estaba más estandarizado. Inicialmente lo llevaba en el bolsillo, así que tenía que acordarme cogerlo cada vez que intuía que podría utilizarlo. Luego se me ocurrió llevarlo en mi llavero, de manera que siempre lo tendría a mano (salvo que me olvidara las llaves en casa, cosa que me ha ocurrido alguna vez). Simplemente pensé: ¿no se llamaba también “llave USB”? ¡Pues al llavero! .De esta forma siempre tenía asegurado que lo tendría a mano si surgía la ocasión de que me pasasen tal o cual programa o las fotos de familia que hizo mi cuñado, o incluso para llevar a casa documentos del trabajo y terminarlos allí.

Ya puestos, y teniendo espacio libre suficiente, empecé a usarlo para llevar la copia de seguridad de mis archivos personales y profesionales. Con las capacidades que se estilan hoy día, basta uno de estos para llevar todos los archivos importantes siempre encima. No sé ustedes, pero yo no acabo de fiarme de Google Docs por miedo a perder la privacidad de mis textos y prefiero mi llavero. ¡Al final, uno lleva más memoria sólida en el bolsillo de su pantalón que la RAM que su ordenador tiene instalada en la placa base! Es practiquísimo.

También es peligrosísimo. El otro día, en el patio del colegio de mi hijo, se me acercó un pequeñajo y me dijo "Señor, se le ha caído esto", mientras me alargaba su mano con mi pendrive rojo en ella. "Hombre, muchas gracias, amigo" le contesté yo tratando de guardar la compostura y disimular que mi cara se había puesto blanca del susto por haber podido perder todos los mis datos y los de mis clientes (que guardo al hacer la copia de seguridad), luego verde de angustia por pensar en las drásticas consecuencias si esta información sensible hubiera caído en manos de la competencia, y finalmente roja de vergüenza por haber sido tan torpe y haber expuesto años de trabajo en manos de dios sabe quién.

Rápidamente busqué una solución. Nada podría impedir que volviera a perderlo (y más conociéndome), pero quizás existiera algo que impidera leer o utilizar el contenido del pendrive a quien lo encontrase, o sea, encriptarlo. Intuí que -como siempre pasa en informática cada vez que crees haber descubierto algo- alguien ya se habría preocupado de solucionar el problema de la privacidad de los pendrives, y que -como de vez en cuando pasa en informática- la solución podría ser libre. ¿El mejor sitio en español para estas tareas? Kriptópolis, sin duda. Desde aquí llegué a un software ideal para mis pretensiones. Abierto y gratauíto, completo y sencillo a un tiempo. TrueCrypt.

Encriptar, o mejor dicho cifrar(*), significa transcribir un mensaje en otro usando una clave, de manera que solamente pueda ser leído por aquél que conozca esa clave y use las mismas técnicas para descifrarlo. El ejemplo de algoritmo de cifrado más famoso es el método usado por la máquina ENIGMA que inventaron los alemanes en la II Guerra Mundial para enviar mensajes y órdenes a sus tropas sin que los aliados pudieran descifrar el contenido. Algo parecido haremos al usar TrueCrypt, sólo que más complejo. Los algoritmos que usa son el Rijndael, el Serpent, y el Twofish . Fueron respectivamente, primero, segundo y tercero en el concurso Advanced Encryption Standard (Nuevo Estándar de Cifrado) que el NIST promovió en 2001 para adoptar un algoritmo de cifrado para el gobierno de Estados Unidos. En 2003, se anunció que el algoritmo ganador del AES era idóneo para cifrar documentos gubernamentales con la calificación “Top Secret”. Luego hay suficientes garantías de que en caso de que usted pierda el pendrive o se lo roben, aunque sería posible acceder a los datos, es prácticamente imposible extraer información coherente de ellos.

El principio de funcionamiento es sencillo: creamos un archivo en el pendrive cuyo contenido se encarga de cifrar el TrueCrypt con la ayuda de una cotraseña que nosotros le daremos. Este archivo contendrá a su vez los archivos que queramos guardar una vez cifrados (no se pregunte cómo se hace un archivo de archivos, limítese a usarlo). Luego, el programa hace que el archivo aparezca como si fuera una unidad de almacenamiento removible más, con su letra y sus propiedades. Esto es, que si al pinchar nuestro pendrive en el PC, éste aparece como "G:KONGSTIN" o “G:IMOTIAN”, al dar la clave de acceso al archivo encriptado, nos aparecerá otra unidad (simulada, por supuesto), que utilizará la letra "H:" (o la siguiente letra libre que exista). Con esa unidad podremos realizar todas las operaciones habituales de un pendrive: copiar, pegar, mover, grabar, borrar. Truecrypt se sitúa como mediador entre usted y su pendrive: cuando quiere grabar datos en el pendrive, Truecrypt los cifra y después los guarda, y viceversa cuando quiere leer datos del pendrive: antes de mostrárselos se descrifran. Pero todo ocurre sin que usted se de cuenta, sin que perciba el funcionamiento de los algoritmos de cifrado, porque Truecrypt no produce apenas demoras en las tareas de lectura/escritura.


TrueCrypt añade una complejidad más, que es la de generar un archivo cifrado dentro del archivo cifrado, e incluso ocultar éste archivo al sistema operativo. Pero esto sería rizar el rizo y de momento lo dejaremos de lado. También es posible encriptar unidades o volúmenes de disco duro enteros, (muy útil para los portátiles y los netbooks), incluso la mismísima partición del sistema. Para hacerlo hay que llevar mucho cuidado cuando lo utilice, así que es mejor que se lea algunos manuales (el de TrueCrypt va incluído en el programa, y se guarda en el directorio donde se instaló), y haga prácticas con ese pendrive de publicidad de 256Mb que tiene por ahí arrumbado sin saber para qué usarlo.

Ahora viene lo bueno: TrueCrypt es portable, de forma que puede llevarlo incluido en el pendrive y usarlo sin necesidad de instalarlo previamente en el ordenador donde se vaya a pinchar el pendrive. Esto es, además del archivo contenedor encriptado que guardamos en el pendrive, podemos guardar también las rutinas de cifrado, y, mediante el uso del archivo “autorun.inf”, podemos conseguir que cada vez que se pinche el pendrive, automáticamente nos pida una contraseña que nos dará acceso a los datos cifrados. Y no hace falta que el ordenador donde esté pinchado el pendrive tenga instalado el programa TrueCrypt. Es más, TrueCrypt facilita la labor, pues dispone de la opción llamada “Crear Disco Viajero", que se encarga de hacer todas las operaciones por usted, guardando en el pendrive las utilidades de encriptación y generando un archivo "autorun.inf".

El resultado final es de lo más coqueto que se pueda imaginar: usted pincha el pendrive en su ordenador, automáticamente salta un mensaje donde usted selecciona el programa TrueCrypt, escribe su contraseña, y ya puede empezar a usar la parte cifrada del pendrive como si fuera una unidad removible más. A partir de ese momento, trabajará como cualquier pendrive del montón, y los datos le aparecerán tal como le aparecerían en una unidad no cifrada. Por el contrario, si no conoce la contraseña, verá que hay una archivo en el pendrive al que no hay demonio "emplumao" vivo que acceda a él por muy "colorao" que sea. Todo un lujo, eso de llevar el pendrive cifrado con la misma seguridad que los tipos de la NASA, ¿verdad?

Actualización: Las barreras de seguridad impuestas por los SP de Windows y el nuevo Windows 7 han mermado la sencillez que Truecrypt aportaba a este sistema de discos viajeros. Los motivos se explican en otro posteo. Lo siento, señores lectores, somos presa de Microsoft. No obstante, existe una solución

Más info:

Primeros pasos con TrueCrypt:
http://www.genbeta.com/default/truecrypt-50-lo-probamos
http://www.kriptopolis.org/book/export/html/3729

Foro Kryptópolis sobre TrueCrypt:
http://www.kriptopolis.org/foro-truecrypt

Cómo implementar un Disco Viajero:
http://www.truecrypt.org/docs/?s=truecrypt-portable

Notas: (*) El DRAE no reconoce la forma verbal “encriptar” como perteneciente al idioma castellano, en su lugar se prefiere usar el verbo “cifrar”. Por otro lado, la palabra Criptografía sí es reconocida, y tiene su raíz griega en κρύπτω krypto, «oculto», y γράφω graphos, «escribir», «escritura oculta».

01 abril 2010

Descubierta otra nueva especie de humano en Siberia

¿Estamos solos en el universo?
Parece ser que esa no es la pregunta correcta, al menos en lo que se refiere a humanos la pregunta adecuada es ¿porqué nos quedamos solos? Cada vez más se acumulan las pruebas de que nuestro linaje, el del género el Homo sp., es decir no el de primates o de homínidos sino el de humanos, el de seres pensantes autoconscientes y con capacidad de expresión artística, era mucho más diverso de lo que nunca imaginamos. Puede que en un pasado reciente coexistieran hasta cuatro especies de humanos.

Como sabemos el Homo sapiens convivió en Europa con el Homo neardenthalensis, cuyos últimos descendientes parece ser que habitaron en el Sur de España, concretamente en unas cuevas de Gibraltar. La gran sorpresa saltó con el descubrimiento de restos del todavía conflictivo Homo florisiensis, un pequeño "homo" de la Isla de Flores en Java que pudo existir hasta hace sólo unos 12000 años, es decir, a nada de la era histórica. Todavía se debate si se trataba de restos de una población de enanos deformes, pero poco a poco, la comunidad científica se inclina a que de hecho era una nueva especie, que cariñosamente se ha denominado "el hobbit" por su pequeño tamaño.

La mente de los criptozoólogos bullia de emoción si exisitió una especie humana oculta hasta hace casi nada, si ya tenemos trolls (neardentales) y hobbits (H. florisiensis) porqué no otros seres de leyenda, y por una vez los científicos tuvieron que admitir esa posibilidad...eran posibles otras especies.

Y he aquí que sin buscarlo, dos arqueólogos rusos Michael Shunkov y Anatoli Derevianko de la Academía Rusa de las ciencias entregan para su análisis, unas falanges humanas de hace sólo 40000 años halladas en un yacimiento de Siberia, concretamente de la cueva Denisova en las montañas Altai. Los científicos pretendían realizar un análisis de ADN para confirmar si eran de H. neardenthalensis o de H. sapiens. Los resultados indicaron que el especímen se diferenciaba en 385 bases de nucleótidos de ADN de los humanos modernos (humanos y neardentales difieren en unas 202 bases), pero también diferían en 376 bases de los neardentales. Es decir, no era ni uno ni otro, y tan distinto a ambos como estos entre sí, era claramente una nueva especie. La primera que se encuentra por métodos puramente genéticos sin conocer todavia su esqueleto óseo o poder imaginar su aspecto. La noticia es reciente del 24 de marzo de 2010 en Nature pero ya algunos científicos lo han calificado como el mayor decubrimiento obtenido con pruebas ADN.

Los análisis indican que se tratba de un linaje "humano" que se separó hace un millón de años del tronco común, se plantea si de Homo antecessor (uno de los compadres de Atapuerca). Pero dejemos de un lado lo que todavía tiene por enseñarnos este nuevo descubrimiento, lo que se ha puesto ya definitivamente de manifiesto es que nuestra estirpe, la de los seres inteligentes, no es monoespecífica. No es una línea directa hacia nosotros, en algún momento hace 40.000 años coexistieron cuatro especies de humanos (recuerdo especies no razas). Cada una con su culturas, sus diferentes anatomías, posiblemente formas de pensar, comunicarse.... ciertamente vivíamos en un mundo de trolls, elfos, hobbits y quién sabe cuántos seres más. Eso de la especie elegida era casi impensable, y de resultas nos hemos quedado sólos... da escalofríos comprobar la facilidad con que los linajes inteligentes se extinguen...