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11 febrero 2010

Aliens en la Tierra

Supongo que todos los científicos tienen algo de masocas. Ellos y todos los obstinados que disfrutan con esto de la ciencia y sus descubrimientos. El hallazgo que más se valora, el que mayor placer produce, es el que cambia completamente el paradigma existente. Aquél que plantea una hipótesis tan revolucionaria que echa por tierra cuanto del particular habíamos aprendido y es necesario empezar de nuevo. Es decir disfrutan más cuando se dan cuenta que estaban suspendiendo el examen. No me negarán que se trata al menos de un gusto muy rarito. Pero en fin, esto es así, para innovar hay que pensar lo impensable y trabajar lo indecible. La recompensa es grande, más de algún científico ha declarado que la emoción del nuevo descubrimiento sólo es comparable al mejor orgasmo (supongo que esto último lo dirán ya con una cierta edad y de forma un tanto anónima...)

El problema del interés científico, como el de todo vicio que se precie, es la "habituación". El organismo necesita cada vez dosis mayores. Ocurre además que una gran idea suele ser también muy lógica y simple. Nuestro sentido común nos hará creer que la noticia no es tan sorprendente o al menos tan novedosa, privándonos del susodicho deleite, o como quiera que decidan llamarlo. Casos similares suceden también en las artes, recuerdo la canción esa de Mecano de "la rosa" con una copla tan pegadiza que todo el mundo pensaba que se trataba de la adaptación de algún poema clásico, pero el caso es que era completamente nuevo. Conviene por tanto tener prestos los sentidos, avivar el alma y, sobre todo, no dejarse llevar por la monotonía.

Yo debo ser bastante monótono pues no me sorprendo con facilidad. Una excepción ocurrió cuando Paul Davies y Charles Lineweaver, no tuvieron reparo alguno en afirmar que entre nosotros podían existir alienigenas (Finding a second sample of life on Earth,Astobiology, 2005, 5:2). Creo recordar que posteriormente Davies mandó una versión menos técnica a Scientific American bajo el titulo "Aliens bajo nuestras narices". Había elegido cuidadosamente el nombre pues alienigena significa literalmente "de otra génesis", algo como verán más adelante muy apropiado. El caso es que, en plena esfervescencia de esa nueva ciencia de locos que es la Astrobiologia, donde físicos, químicos, matemáticos, geólogos y biólogos trabajan codo con codo y están consiguiendo que la exploración del espacio en busca de vida sea una tarea digna de financiación. Viene este señor y dice "¡achos, paqué os vais tan lejos!". Y todos estos científicos giran la cabeza y, al ver que no es un cualquiera, dicen "¿Cómo?". Hay que reconocerle cierta osadía al chaval este de 64 años.

Su propuesta es la siguiente, os la resumo. En los último 30 años los científicos han pasado de considerar la génesis de la vida como un accidente sumamente improbable y casi único en el Universo, a declarar que la "la vida está inscrita en las leyes de la naturaleza". Dadas las condiciones adecuadas, la "biogénesis" es casi inevitable. Por ello se hace tanto empeño en buscar vida en Marte, pues este planeta está dentro de la zona considerada "habitable". Encontrar organismos o restos de ellos, sería un apoyo muy importante para esta nueva forma de determinismo biológico. Pero Marte está lejos, y su exploración es lenta y cara, necesitaríamos otro planeta mas a mano, por ejemplo... la Tierra. Pero en la Tierra ya conocemos la vida, y ahí viene la genialidad de Paul y Charles , pero ¿porqué tuvo que surgir una sola vez? Si la vida es casi una necesidad porqué no buscamos aquí mismo otros organismos cuya génesis no sea la nuestra,es decir "aliens terrestres". ¿Y porqué no?

Como buenos científicos Davies y Lineweaver, evaluaron esta ocurencia y le dieron forma de hipótesis, planteando la forma de verificarla. Hallaron que la probabilidad de biogénesis en un planeta similar a la Tierra con mas de 1.000 m.a. de antiguedad era del 13% y que en promedio el intervalo de tiempo requerido para una biogénesis es de sólo 100 m.a. (la Tierra tiene unos 4.000 m.a.). La probabilidad de que al menos haya existido otra biogénesis previa a la nuestra en la Tierra era del 0,9. Es decir muy probablemente no fuimos los primeros terrícolas.

Muchos objetarían, que cómo no la hemos descubierto ya, pero el caso es que no es tan fácil. Se sabe que durante los primeros 1.000 m.a. la Tierra estuvo sometida a un bombardeo meteorítico tan intenso que periódicamente esterilizaría cualquier forma de vida. Es muy probable que, de haber existido, casos previos de biogénesis, quedaran completamente aniquilados. Sólo podemos buscar sus restos y Davies plantea algunas maneras de investigarlo, pero lo más interesante es que plantea la posibilidad de que alguna de estas biogénesis haya sobrevivido a nuestros días y no nos hayamos dado cuenta. Se sabe ahora que existe toda una biosfera oculta bajo nuestros pies. A profundidades de más de 10 km en el suelo, prosperan comunidades de bacterias quimioautotrófas que no dependen del sol y que han podido sobrevivir inmunes a las perturbaciones de superficie. Su biomasa puede ser incluso superior a la de superficie. Porqué no podrían también haber sobrevivido al bombardeo meteorítico en esos entornos estos alienigenas.

Hoy día ya hay varios grupos de investigación tomando muestras de organismo en estas biosferas aisladas (perforaciones oceánicas, desiertos como el de Atacama, fumarolas negras, etc.) y probando varios métodos para descubrir microorganismos (pues de eso hablamos) que se alimenten de aminoácidos extraños, o con quiralidades opuestas a la nuestra, en fin hay toda una gran diversidad de métodos en práctica que no voy a detallar por no extenderme. El hecho es que esta busqueda ya rindió un posible candidato, los nanobios, hoy ya descartado. Descubiertos en areniscas de 200 m.a. en una perforación oceánica en Australia. No se sabe realmente qué son, si están vivos o son crecimientos cristalinos. Diez veces más pequeños que las bacterias más pequeñas, no tienen tamaño suficiente para disponer de una maquinaria metabólica completa, especialmente de ribosomas, de hecho son sólo diez veces más gruesos que una hebra de ADN. Pero crecen bajo un caldo adecuado en presencia de oxígeno y sin ayuda de una célula como los virus y priones. Unos dicen haber aislado su ADN, otros dicen que sus genes podrían estar estar diseminados entre varias células individuales que vivirían como colonias y colaborarían entre sí. Es decir del tipo de comunidades que se postula podrían haber sido las primeras etapas del origen de la vida. Muchos se están replanteando las fronteras de la vida misma.

En definitiva, la otra característica esencial que permite reconocer una gran idea es su capacidad de generar debate y nuevas ideas. Lo que viene a confirmar mi hipótesis; alguien que tanto gusta de discutir, sí que tiene algo de masoca. En fin, les dejo con una foto de los nanobios.


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